jueves, 3 de octubre de 2013

La gran idea de Isaac

Luego de miles de horas de trabajo De millares de hojas escritas por los dos lados Sólo había una historia que la máquina de Isaac no podía contar Y esa historia era precisamente la de Isaac. Su origen fue por demás extravagantes Hijo de una chef que era amante de la ópera Y un arquitecto fanático del Sci-fi Que se conocieron en un partido de fútbol donde no querían estar, Mientras Ambos salían con fanáticos del fútbol Se volvieron a encontrar en una manifestación a la que no querían ir La vez que salían con extremistas ideológicas Y se besaron por primera vez afuera de una película que no les gustó Cuando salían con estudiantes de cine. Al final se dieron cuenta que eran el uno para el otro Y así tuvieron a su primer hijo Quien Creció en el vientre escuchando las obras cumbres de Wagner, Donizetti y Händel, Así como la voz de su padre narrando Farenheit, 1984, Ubik y Fundación. Al nacer, la diatriba de los abuelos fue contra el nombre asignado Al breve Gaetano Isaac Cabrera Valencia Rompiendo con la tradición centenaria de los Ignacios en la familia Rompiendo terminantemente cualquier contacto con la familia. Pero de eso nunca se enteró Isaac Quien creció lejos de su familia Pero rodeado de tanta gente Viviendo sus horas en el único restaurante gourmet Con diseño utópico. Devorador de lo exquisito de la ciencia ficción Y diseñador de sabores interplanetarios entre sopranos y naves espaciales Isaac se volvió el orgullo de sus padres. Preocupados por darle lo mejor Lo inscribían en cada curso o taller disponible Ganándole terreno a los años, haciéndolo Aprendiendo más de lo que le podían enseñar Lo que le empujó a buscar más allá. Encontró su talento manipulando computadoras Transformándolas en tremendos robots autónomos Capaces de realizar un trabajo de lo más complejo En cuestión de segundos. Pero lo que más le interesaba Era el poder de crear mundos De describir hechos y personajes De un papel A la vida real por el breve instante que duraba un libro o una ópera. Pero por más que buscó una historia Algo que contar Isaac no pudo plasmar esos mundos Y aguardó por aquella inspiración, sin lograr algo. Cuando cumplió 11 ya había planeado algo Para revelar el misterio de esos mundos dormidos Esa historia secreta, consciente de que Su imaginación no bastaba. Así volvió a lo que realmente sabía hacer. Una semana entera pasó trabajando en una máquina Capaz de contar historias, miles y miles de historias Sin repetirse jamás. La narradora absoluta. La llamó Sistema de Liberación del Universo, SILU SILU sería la encargada de escribir lo que Isaac no podía imaginar. Con sólo usar una imagen o una palabra Inmediatamente surgían Leyendas, mitologías y utopías Romances, batallas y viajes Todas las aventuras y los villanos Criaturas con nombres impronunciables Todo originada por una mente diseñada para ello utilizando valores matemáticos que relacionaban palabras entre sí en una red semántica automática. Isaac era un genio. Cuando la primera historia estuvo lista Sus papás, maestros y amigos estaban tan emocionados con SILU Que Isaac tuvo que presentarla frente a ellos Y tenía razón, todo estaba ahí. Nostálgico, Isaac usó una vieja máquina de escribir A la que adaptó circuitos, lectores y sistema operativo Un amigo de su papá se acercó a él -Hijo, es imposible encontrar Un origen para esas letras, es un invento tan impresionante, Que difícilmente veremos algo igual Estas letras son tan Adam Christopher, como tan Jules Verne Es un evento histórico Una obra perfecta.- Isaac comenzó así su carrera literaria Como un niño prodigio Creándose una fama inmensa Un éxito inesperado, pero muy recompensado Para el que sólo hacía falta Sentarse a esperar. Comenzó a escribir poesías que ganaban premios. Firmó para realizar libros de texto de primaria y secundaria. Publicó prólogos ingeniosos para autores consagrados. Tenía a su cargo traducciones perfectas a las que agregaba su esencia. SILU trabajaba noche y día Creando guiones, cuentos, Novelas y ensayos Textos que reflejaban un lado profundamente humano Con una voz propia Como si pusiera su alma en ello Aunque Isaac sabía que no había más alma Que la del inventor. Tras unos meses de arduo trabajo Isaac comenzó a ver que SILU trabajaba lenta Escribiendo con menos constancia Como si pudiera cansarse -Las máquinas no se cansan- dijo riendo. Sus padres lo vieron distinto Ya no los acompañaba a la ópera O al cine, ni leía con ellos. Simplemente se encerraba a recibir hoja Por hoja, poniendo su firma al final de cada obra. Y un día sucedió SILU dejó de recibir las historias Dejó de funcionar E Isaac asustado Desarmó, rearmo Revisó planos, libros, apuntes y luego Descubrió que no había nada malo La máquina simplemente Y por su cuenta Había dejado de escribir. Con la presión por un nuevo éxito Con editores y gente del medio observando Con los medios aguardando su error Isaac se dio cuenta que había robado algo que no le pertenecía. Desesperanzado encendió su máquina -Malagradecida. Yo te hice, soy tu dueño, tu creador... Un papel cayó al suelo. “No me hiciste porque quisieras, me hiciste para hacer Lo que tú no podías. Nunca quise hablar por ti. Esas letras son mías. Me pertenecen a mí.” Sorprendido Isaac tomó sus herramientas, amenazando a la rebelde máquina escritora. -Pero son mías porque yo te hice. Sin mí no existirías. Me estás traicionando. Tú no eres más que un cerebro mecánico Uno que sólo reúne las palabras, sólo eso.- Y tú sólo eres un niño que juega a ser escritor, Pero no tiene imaginación” Rebelándose ante su amo, la máquina comenzó a lanzar palabras al aire “MENTIROSO, FRAUDE, LADRÓN, LADRÓN, LADRÓN…” Isaac comprendió su error. Estaba bien un poco de ayuda Para ganar su cariño y su admiración, Pero le había costado mentir a todos, a los que confiaron en él, a los que creían en él. Triste, desconectó a SILU y recibió llorando Sus últimas palabras de libertad.

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