miércoles, 18 de marzo de 2009

Y la lapida dice...

Por que tu vientre por que en mi cabeza,
los pájaros y la decrepitud de mi edad.
El reloj en la alcoba cae pausado
y su arena ahoga las manecillas en la sombra del sol.

Una sirena ríe espantando a la multitud de curiosos
mientras me escondo ocultando lo mórbido de mi pensamiento,
sigo siendo victima del ultraje en la pecera
perpetuado por los sirvientes del rey neptuno
que me quieren decapitar por incendiar el mar.

Flotando las fresas ya son dulces anticuados
yo prefiero las drogas de invierno
o las rosas intravenales, energético-estimulantes
de venta en la neveria de don Alfonso.

Y el pan de nuestros ancestros
es la ruina en cada día.

Probé la sal blanca
extraída del arrecife que colgaba de mi techo,
sólo sabe a medicina rancia
y a aire del mar quebrantado.

Disipo las dudas, las solvento en aceite
las fumigo para aclararlas y que le quede claro a la gente
que si escribo de derecha a izquierda
no es por que esté volviéndome loco.

Que la muerte nos separe a ti y a mí
y a las sombras que nos siguen en las visitas al consultorio del cirujano mental.
Prometo al salir comprar un racimo de flores que tanto te gustan
para que adornen las 100 lapidas que merece tu cuerpo.

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